jueves, 22 de abril de 2010

Mito Quitumbe y la ruta de los monolitos

El padre Giovanni Anello Oliva, fue un jesuita muy ilustrado como tolos los de su tiempo. Nacido en Italia en 1572 y joven aún llegó al continente americano, residiendo primero en Quito y luego en Lima.

El padre Oliva, se interesó mucho por las leyendas de los indios y por su historia. Fue así como logró crear una fantástica trama para explicar la fundación del Imperio de los Incas.

De acuerdo a todo lo relatado por el padre Oliva, la historia se inicia en las costas del Ecuador, un poco más al norte de Tumbes.

Leyenda de Tumbe y la fundación de Tumbes

Después del diluvio, dice Oliva: “quizá vinieron por mar, por la tempestad desatada los primeros pobladores al Perú entrando por Caráquez (en la costa de Ecuador) en donde poblaron e hicieron alto y donde después se fueron extendiendo en las demás tierras y provincias del Perú.”

Como es fácil suponer, Tumbes y Piura constituyeron lugares obligados para el paso de aquellos.

De Caráquez, un grupo numeroso pasó a Sumpa, llamada más tarde Santa Elena, en donde se distinguió el reinado del cacique Tumbe o Tumba.

Tumbe despachó expediciones hacia la zona de Tumbes para descubrir nuevas tierras pero todo terminó en fracaso. Tumbe tenia dos hijos: Quitumbe el mayor era valeroso, sereno y sagas; mientras que el menor Otoya era ambicioso y lleno de defectos. Al morir Tumbe, el hijo mayor prefirió abandonar Sumpa para no entrar en discordia con su hermano, y se dirigió al sur con gran número de sus partidarios, estableciéndose en un lugar cercano al mar en donde fundó el pueblo de Tumbes, nombre que puso en memoria de su padre.

En Sumpa había quedado Llira esposa de Quitumbe que al poco tiempo dio a 1uz un niño muy bello al cual se le puso por nombre Cuayanay que significa Golondrina.

Quitumbe olvidando a su familia se entregó a la sed de nuevas conquistas y organizó una expedición por mar que llegó hasta el Rímac.

Mientras tanto en Sumpa, el disipado Otoya sólo se había entregado a la vida de placeres y por eso cuando aparecieron en santa Elena unos disformes y crueles gigantes no les pudo hacer frente, siendo vencido y apresado, muriendo poco después. Pero los gigantes cometieron el pecado de la sodomía, por cuyo motivo fueron destruidos por fuego caído del cielo.

Quitumbe cuando supo que los gigantes habían invadido Sumpa, fue presa de gran temor y huyó de Tumbes con gran cantidad de personas, metiéndose mar adentro en numerosas canoas hasta llegar a la isla Puná. Al cabo de cierto tiempo Quitumbe se interno en las serranías y fundó la ciudad de Quito. Pero al poco tiempo dejo esta ciudad y bajó a la costa de Tumbes y de Piura, siguiendo hasta el Rimac en donde edificó un templo a Pachacamac, lugar en donde murió.

La leyenda cuenta una serie de aventuras del niño Cuayanay, que tuvo que huir de su madre que quería sacrificarlo a los dioses y refugiase en una isla hasta los 22 años en que se trasladó a tierra firme en donde un curaca lo apresó.

Cuayanay era un hermoso doncel, de alto porte, tez blanca de complexión atlética y cabellos crespos.

El curaca lo condenó a muerte y mientras esperaba la sentencia fue visitado por muchas jovencitas atraídas por su hermosura. Una de ellas, Cigar la hija del curaca se enamoró del joven y ofreció liberarlo. Engañando a los guardias logró. Los jóvenes llegaron a la orilla del mar, y en una balsa retornaron a la isla donde antes había estado Cuayanay. Allí vivieron felices muchos años y tuvieron muchos hijos en unión con los pocos indios que los habían acompañado y que también llegaron a tener mucha descendencia.

Hijo de Cuayanay y de Cigar, fue Atau y de este nació Manco Capac, al cual su padre dio la misión de conquistar tierra firme. Al cumplir Manco Capac 30 años, se dirigió con gran séquito y canoas al continente, y tras caminar mucho tiempo llegó al Lago Titicaca, para de ahí dirigirse al Cuzco y fundar el Imperio.

Acotación:

La creación, origen e inicio del cosmos es una incógnita latente en el ser humano, que intenta responder o explicar su génesis a través del mito, que es explicado desde el otro, es decir, desde la visión euro-céntrica que minimiza el rol político-social de los indios en su historia no contada por los dominantes. Por esta razón es fundamental repensar la historia desde la visión andina, ya que es esta, la que puede dotar de saber en cuanto al pasado común que tenemos.

De esta manera, el mundo andino explica la génesis , debido a que esta constituido por mitos que construyen un todo, pues sus meta-relatos emanan un equilibrio (dualidad, tetralidad) en el cosmos que muestra el camino de Quitumbe que guarda el vínculo que nuestros antepasados tenían con el saber .

Ruta de los monolitos:

En el recorrido de Quitumbe se encuentra la Ruta de los Monolitos que son estructuras de piedra que unen el suelo con el infra mundo – son centros de energía- , convirtiéndose así en el axis mundi.

La Plaza Grande acoge el monolito más representativo y más evidente de la ciudad; aquel monolito esboza un rostro de puma en la cosmovisión Inca y jaguar en la cosmovisión Quitu. El monolito es la fuente de energía implantados en 11 puntos estratégicos. Asi lo evidencio “El artista esloveno Marko Pogacnik que descubrió que Quito era la columna vertebral energética de un canal que conecta al Océano Atlántico con el Pacífico. Esculpió 11 monolitos de piedra y placas de bronce para capturar la energía vital para la ciudad.


El escultor desarrolló el método de litopuntura, un sistema de curación para la Tierra, algo así como la acupuntura, ya que considera que el planeta es un ser vivo.
En sus exploraciones, Pogacnik descubrió que esta ciudad andina se ha forjado a lo largo de un eje que se extiende como columna vertebral, de norte a sur. Este eje puede percibirse como un canal energético que conecta al Océano Atlántico con el Pacífico. Hay varias evidencias históricas de que las culturas indígenas conocían esta ruta, ya que algunos de sus sitios más sagrados están alineados con el canal energético; por ejemplo: las pirámides de Cochasquí, las lagunas de Mojanda y los montes Imbabura y Atacaso. Sitios que están a pocos kilómetros de Quito.


Así fue como el escultor decidió recuperar y capturar la energía a través de la acupuntura: esculpió 11 monolitos de piedra y placas de bronce con diseños andinos, cada uno con su propia simbología, que funcionan a manera de las agujas que se utilizan en esta terapia ancentral. Se encuentran, de norte a sur, en los parques de El Batán, La Carolina, La Circasiana, Matovelle, en la Plaza Grande, El Panecillo (Shungoloma, como le llamaban los antiguos), en el parque de la Magdalena, Santa Anita 2, Chillogallo, Itchimbía y en el parque Lineal. Este conjunto escultórico fue trabajado a mano, en piedra originaria del volcán Pichincha.


En la Plaza Grande hay una placa de bronce grabada con el sol andino, la máscara del sol de la cultura costera Tolita, que simboliza el jaguar que representa el poder del Sol dentro de la Tierra. La placa está empotrada detrás del monumento de La Independencia, en el Centro Histórico de Quito. Este punto geográfico captura la energía vital y la transmite, según la teoría de PogacniK”

(Fuente www.quito.com.ec).


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